lunes, 29 de febrero de 2016

A cada plato, su ingrediente. Córdoba 0- Osasuna 1

Martín, y por ende Osasuna, parece que ha dado con la tecla de la comodidad en el campo y, siguiendo con el cambio de imagen ofrecido el día del Zaragoza, pudimos ver en Córdoba un equipo más asentado, más alegre y menos encorsetado a movimientos que no le dejaban soltar todo lo que llevan algunos jugadores.

Cierto es que no sería justo hablar de que la defensa de cuatro es la que ha propiciado ver al mejor Osasuna (los puntos reflejan un éxito con la de tres centrales), pero era evidente que ese sistema había quedado inhábil en esta segunda vuelta y dejaba a unos cuantos jugadores maniatados y sin soltar todo su potencial.

Martín no tiene plantilla para hacer de su defensa de cinco (o de tres, llámenle como quieran) su eje de funcionamiento; le falta algo fundamental: no tiene dos carrileros largos para que le hagan ese papel. Y no los tiene porque Oier y Flaño arriba no te dan lo que se necesita y porque ni Martins ni Aitor no tienen la "caja" suficiente para resistir el desgaste que provoca ese puesto. En el caso del segundo tengo mis dudas, pero quien está con ellos toda la semana lo sabrá mejor.

Aun con esta razón de peso para desistir de la defensa que venía usándose, lo que está claro es que lo más obvio venía en la tercera línea del equipo. Martín tiene una plantilla de lo más envidiable para poder manejar una línea de tres o de cuatro por delante de la zona de pivote. Tiene niños con jeta y tiene veteranos con clase y con galones. Roberto Torres ha cambiado y mucho se le atribuye al coaching del míster, pero no es menos cierto que el estado físico del de Arre es otro y el sábado lo dejó muy claro. 

Con estos ingredientes parece nítido que el 4-2-3-1 del sábado o el 4-1-4-1 del día del Zaragoza como base, le sientan como anillo al dedo a este equipo y además tiene recambios que permiten no tener bajada en el rendimiento cuando algún jugador no está fino o llega al tope de su rendimiento físico. Las muestras de Pucko, Kenan, Nino o De las Cuevas así lo demuestran, con su mayor o menor acierto.

Y es este esquema el que encumbra a un chico como Alex Berenguer pegado a la línea de cal. No se puede tener más cara y más atrevimiento en este mundo del fútbol que la que tiene el canterano. Y no solo se queda ahí su mérito; es que aunque algo no le salga él sigue en su empeño y no para hasta tener éxito, éxito que el sábado vino recompensado con el gol. Para entonces ya había hecho un partido excelente. 

A otro que le hace superior a lo que estábamos viendo últimamente es a David García. Ya dije que para mí estaba acomodado y necesitaba estímulos nuevos. Los ha entendido y ha vuelto a sacar su mejor versión. El sábado tenía un partido dificilísimo con los dos puntas duros y peleones que propone Oltra y así como su compañero en la zaga bajó su rendimiento con el anterior fin de semana, él comenzó dubitativo pero fue a más hasta hacer un magnífico partido.

Y no se quedó ahí el partido serio y magnífico de Osasuna en un escenario para no arrugarse. El Córdoba es de otro nivel en cuanto a físico y experiencia, pero que está sumido en un momento de enormes dudas y, creo yo, de autodestrucción que terminará con Oltra. Al tiempo. Precisamente esta autodestrucción permitió a Osasuna optar y llevarse el partido. 

Cuando otro equipo (el de Martín sin ir más lejos) en el minuto 91 habría retrasado el saque de su portero, habría enfriado lo que quedaba para quedarse con el empate, el Córdoba fue a por algo de un modo que ni ellos saben como y dejaron en bandeja una contra a Osasuna para llevarse los 3 puntos para Pamplona. Un partido donde, sorprendentemente, los andaluces dejaron jugar mucho más y descuidaron más huecos de lo que yo esperaba.

Tres puntos de oro en un magnífico escenario y que demostraron que, la mayor parte de las veces, para que un guiso te salga bien, lo mejor es usar los ingredientes que mejor le van a ese plato.




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