miércoles, 18 de diciembre de 2013

Una pena. Osasuna 1- Málaga 1

Una pena, sí. Una pena que en un día con efemérides tan importantes como son los 1000 partidos de El Sadar o los 500 de Don Patxi Puñal tuviera que coincidir con un petardo como el de ayer. Bien se podía asemejar al encuentro entre gordos y flacos que se desarrollaban en fechas navideñas en el pabellón Anaitasuna.

Antes del partido comentaba con un amigo que si por mí fuera haría lo posible para suspenderlo y permitir que las celebraciones que teníamos delante se produjeran el día del Espanyol con un choque de liga y mucha miga en el campo. No me confundí.

Osasuna pudo, y debió, gustarse ayer muchísimo más de lo que lo hizo. Se puso el partido para ello con el autogol de Weligton sin llegar al minuto de juego, que ya dejaba la eliminatoria muy de cara y los siguientes minutos prometían que nos íbamos a divertir. 

Comenzó Osasuna con Cejudo muy enchufado, con Silva creciendo minuto a minuto y en parte bien acompañado por el incombustible señor Puñal, pero nos faltaba algo más. Ese algo más estaba arriba, mejor dicho: no estaba arriba.


De verdad que lo siento, sinceramente me duele decir esto; pero es que Manu le pasó el partido por encima y poco a poco fue perdiendo confianza en sí mismo con el transcurso de los minutos. Gracia le mantuvo y tuvo un gesto con él cuando le cambió que le honra. 

De su acompañante andaré con más pies de plomo. No me terminó de gustar lo que vi en Villava el domingo y no me gustó ayer en alguna cosa. Es muy de alabar que lo intente todo, que tenga jeta para tirar caños, pero le noto triste en el campo. Espero estar equivocado.

Pasados los primeros minutos de buen juego, Osasuna cayó en las garras del dormido Málaga. Los malacitanos se pegaron la inmensa mayoría del partido pasando la noche por Pamplona, esperando un milagro que les metiera en el partido y ese milagro sólo lo podía conseguir el propio Osasuna pegándose un tiro en el pie. 

Vino el gol de Eliseu, que es un compendio de errores infantiles, pero es que para entonces ya habíamos dado muestras de haber caído en las garras de Morfeo, sobre todo en la zona de pivotes, permitiendo al Málaga disparar a puerta y mover el balón con relativa comodidad en 3/4.

Tocaba volverse a poner las pilas y se vio quién las lleva cargadas y a quién hay que ponerle en casos así el cargador. Damiá asumió el mando, hizo un jugadón de lateral brasileño y se la puso en bandeja de plata a Armenteros. Ahí estuvo la clave: de meter eso nos hubiéramos ido ya para casa sin muchos más sobresaltos, pero entre las ganas del argentino de colocarla y un buen Kameni hicieron que alguno y alguna lo pasaran mal. 

Confieso que yo no me puse nervioso en ningún momento para malestar de algún amigo que no lo entiende. 

Llegadas del Málaga que sacó a Santa Cruz y curiosamente no bombeo balones y poco más. Empate en un partido muy parecido al de ida con los equipos metiéndose en él por demérito del rival más que por mérito propio y pase de Osasuna a siguiente ronda.

Con todos los respetos para el Xátiva creo que voy a ir recordando ya el típico lenguaje que nos espera para enero.

foto: dreamstime.com

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